LA
DEPRESION EN NIÑOS: UN ENFOQUE SISTEMICO.
La Depresión en niños tiene una dimensión relacional. En el presente artículo se hace una breve revisión teórica de conceptos elaborados, entre otros, por Andolfi, Linares, Madanes, Nagy y Tilmans, además de algunos casos clínicos para ilustrarlos, con el fin de desarrollar esta noción y sus implicancias en el trabajo psicoterapéutico con niños. Se pone un especial énfasis en el concepto de la depresión como comunicación, como expresión del sufrimiento del niño y de la familia.
Se
revisan también conceptos como el
de lealtad y de justicia relacional (Nagy) con un caso clínico que lo ilustra y
que permite formarse una idea del tipo de abordaje clínico que se puede realizar
bajo este modelo terapéutico, revisando además otros
conceptos como las tareas o
directivas.
Palabras
clave:
Depresión infantil
Terapia con niños
Enfoque sistémico
Child depression has a relational dimension.
This is a brief review of Andolfi, Linares, Madanes, Nagy and Tilman’s
concepts, with clinical reports to illustrate them and their implications in
children psychotherapy. We stress depression as a communication way, and as
suffering expression of family and child.
We
also review the concepts of loyalty and relational justice (Nagy) with a
clinical report to illustrate it and the probable clinical approach of this
therapeutic model, and concepts of homework or directives.
Key words: Child depression, child therapy, systemic approach.
“Dime,
amigo:
¿la
vida es triste
, o soy triste yo?”
Amado Nervo
Inicio el presente artículo con esta reflexión para señalar que en todo trabajo psicoterapéutico no debemos olvidar el sufrimiento del niño que acude a nosotros, ni la tristeza que lo acompaña. Aún la hipótesis teóricamente mas elaborada debe considerar su presencia para buscar su cura o su alivio.
Dentro del trabajo terapéutico en los servicios de salud mental de niños, la depresión cada vez mas ocupa un espacio importante. Su incidencia varía según la publicación, oscilando entre 0.24 % y 1.2 % de la población infantil. Es importante señalar que en nuestra experiencia, no siempre el niño deprimido acude como tal a la consulta; la mayoría de veces es remitido a causa de su conducta. Así, Por ejemplo, los niños se pueden mostrar:
§ Irritables, desafiantes, negativistas.
§ Negándose a participar en la escuela.
§ Con múltiples quejas físicas.
§ Con hiperactividad, impulsividad, incluso agresividad.
§ Bajo rendimiento escolar.
Muchas
veces los padres tienen dificultad para comprender que estos niños se
encuentran deprimidos, quizás porque conservan
la imagen del adulto deprimido y piensan que los niños
lo expresan del mismo modo. De ahí la sorpresa
que muestran los padres cuando señalamos que ese
niño muchas veces inquieto,
que incluso puede mostrarse agresivo y
exhibir bajas notas, se encuentra triste.
MODELOS
PSICOTERAPÉUTICOS.
Aquí hacemos un reconocimiento al aporte brindado por Freud, Klein y Bowlby para la comprensión de la depresión. Así, ya el creador del psicoanálisis, Freud, señalaba la importancia de la relación existente entre el duelo y la melancolía en cuanto a la pérdida del objeto, si bien en el primero es de naturaleza consciente y en la segunda inconsciente. Melanie Klein (1940) señaló mas adelante la importancia de la posición depresiva como un paso evolutivo del niño para la superación de una posición esquizo-paranoide.
Sin
embargo, es Bowlby (1980) quién
enuncia en su Teoría del Apego
la trascendencia de la presencia en la historia personal de estas
personas, no sólo de perdidas actuales,
sino también de experiencias vividas
en el seno de sus familias durante la niñez. Entre estas experiencias menciona:
1. La imposibilidad de mantener una relación estable con los padres a pesar de los esfuerzos por satisfacer sus exigencias y sus expectativas poco realistas.
2. La presencia de figuras de apego representadas como inaccesibles, que rechazan y castigan.
3.
Pérdidas reales, por muerte o separación durante la niñez. Es
importante tener en cuenta estos
aspectos, pues muchos padres guardan en sus historias personales
estas vivencias que, a no dudar, van
a tener una influencia en
las interacciones con sus hijos.
Así por ejemplo, la madre de un niño de 5 años que llegó al Departamento.
de Salud Mental del Niño, Adolescente y la Familia
del Hospital “Hermilio
Valdizan”, refería que la inquietud de su hijo la desbordaba enormemente. Sin
embargo, cuando el padre del niño intervenía para
ponerle limites, la madre lo rechazaba
enérgicamente incluso con violencia. Esta fuerte tendencia de la madre a
sobreproteger al niño se acompañaba de temores de que el
padre lo maltratara físicamente, lo que jamás en realidad había
ocurrido. Explorando en la historia personal
de ella, descubrimos que su infancia
fue penosa por el abandono
de su padre, quien solía ser
agresivo, cuando ella tenía 12 años de edad. Los recuerdos de estos momentos
difíciles de su vida, a pesar del tiempo
transcurrido, la sumían frecuentemente en
periodos de tristeza profunda, la misma que su hijo reflejó en una
historia en la que mamá Oso y el
Osito estaban tristes, mientras que papá Oso se mantenía a lo lejos.
Durante el trabajo terapéutico
redefinimos el problema señalando que el niño “la acompañaba en su
tristeza”. Era un drama donde la
madre salía de su tristeza
con sus esfuerzos para
proteger a su hijo del “monstruo” que veía
en su esposo, fantasma que venía de su pasado; esfuerzo que al final
alejaba al esposo, quién ante la reacción de su
esposa optaba por retraerse,
lo que al final enfrentaba nuevamente a la
madre con el abandono que vivió
cuando tenia 12 años y su papá partió de casa. Y es frente a este drama que
se produce el acompañamiento de su hijo.
LA
DEPRESIÓN COMO COMUNICACIÓN
La
conducta sintomática puede ser conceptualizada
como una comunicación digital o
analógica. La depresión puede por lo tanto ser también no sólo la expresión
del sufrimiento de un
individuo, sino también el de un
sistema como, por ejemplo, es la familia. Además, puede ser también la expresión
metafórica de las dificultades en la situación
de vida de una persona o de una familia.
Así,
por ejemplo, evocaremos el caso de Melissa,
una niña de 10 años que acude al Departamento
por bajo rendimiento escolar además de conducta oposicionista, lo que
hacía renegar a la madre
hasta “hacerle perder los papeles”. En la primera entrevista con la
niña sale a relucir
un cuadro depresivo de fondo; y frente a la pregunta
¿Quién más está triste en la casa?, Melissa nos señala a la madre, y
que también había
notado que su padre desde hacia buen tiempo estaba “terriblemente
irritable”.
Cuando se tuvo la sesión con la familia se precisó que en realidad
no sólo la madre y el niño estaban deprimidos, sino
también lo estaba el padre. Este hecho era comprensible considerando el
difícil período por el que la familia pasaba, puesto que había perdido su
comodidad económica; para subsistir tenían alquilada la casa
que tanto esfuerzo les había costado
construir, amplia y cómoda, y se habían ido a vivir a casa de la
familia materna. El padre vivía esto como una derrota, además de tener que
habituarse a otro ritmo de vida. En realidad, la tristeza de Melissa
nos hablaba de la tristeza de toda la familia. En este caso se aprecia
que el síntoma no sólo es la expresión de un problema, sino
también una solución, es decir, un esfuerzo para proporcionar un
equilibrio al sistema. Cuando el niño hace renegar a su
madre deprimida
la protege, puesto que la
obliga a reaccionar en forma activa
abandonando la pasividad en que la sumergiría la depresión. Por todo ello
es importante explorar la dimensión relacional de la tristeza, buscar la
respuesta a preguntas tales como:
¿a quién protege?, ¿quiénes están implicados? y, de esta manera, ir
delimitando el poder del síntoma.
UNA VISION RELACIONAL DE
LA DEPRESIÓN (LINARES, 1996).
En
las interacciones a nivel del subsistema
parental se puede precisar
dos niveles básicos:
§
La parentalidad, que se entiende como la plasmación de la nutrición
emocional en el contexto relacional
paterno-filial: un conjunto de funciones que incluye la sociabilización,
necesaria para asegurar la viabilidad del niño en su ecosistema, así como el
reconocimiento, la valoración y el cariño, imprescindibles para garantizar su
consolidación como individuo.
§
La conyugalidad, que hace
alusión a funciones exentas del componente sociabilizador y que se basan
fundamentalmente en una oferta relacional que, además del reconocimiento, la
valoración y el cariño, añade el deseo.
En
este contexto se pueden
dar triangulaciones “manipulatorias” en las cuales se produce una
proyección de la dinámica
conyugal de los padres sobre la parentalidad. El niño aprende cómo comportarse
para atender las necesidades del entorno y lo hace recibiendo mensajes
contradictorios. La ansiedad resultante
evoluciona hacia la depresión al incorporarse
la perdida como resultado relacional del
juego de alianzas que la triangulación
provoca
TERAPIA
FAMILIAR ESTRATEGICA (CLOÉ
MADANES,1982).
En esta orientación el
terapeuta planea una estrategia para resolver el problema del niño, la
cual tiene como meta, entre otras,
la de descubrir el juego relacional que se establece entre el
niño y los demás miembros de la familia implicados en el síntoma. Para
ello considera que un síntoma expresa analógica y metafóricamente un
problema, es también una solución y
también hace referencia a la
trama relacional implicada alrededor del síntoma. Por eso el terapeuta debe
determinar, por ejemplo ¿quién es el foco de la preocupación
del niño?, ¿a quién protege éste y de qué manera?, ¿cómo es la
conducta del resto de miembros de la familia alrededor del síntoma?, etc. El
caso presentado de Melissa ilustra claramente lo mencionado anteriormente: la
función protectora del síntoma, las características del juego relacional
y las personas implicadas en el mismo.
Al
revisar el caso en referencia, notamos que
al asumir Melissa una función protectora con el síntoma, se ubica jerárquicamente
en una posición superior por encima de los padres. Este desequilibrio
es uno de los aspectos a trabajar por el terapeuta, que
puede realizar una intervención para modificar la organización
familiar, llevándola hacia una jerarquía única
más funcional en la que los padres
estén en una posición
superior.
Para lograr este objetivo el terapeuta
puede indicar directivas,
ya sea paradójicas o directas, con
la finalidad de modificar la interacción . Aquí es importante señalar que no
es determinante que la familia cobre conciencia de la manera en que se produce
la comunicación. Si el problema puede resolverse sin que la familia sepa cómo
o porqué, eso es satisfactorio.
Siendo
la Terapia Familiar innegablemente
directiva, esto implica que el terapeuta se compromete a asumir una posición
activa a fin de crear un contexto evolutivo
que permita a la familia
salir de su inmovilidad, de su rigidez y
que posibilite el cambio. Andolfi (1982) las denomino TAREAS y pueden ser prescritas o formuladas después del trabajo
realizado durante la sesión, sobre la base de la información recolectada
respecto a las interacciones familiares.
Las tareas pueden ser asignadas de manera que implique, directa o indirectamente
a toda la familia o solamente a algunos
de sus miembros. Ciertas tareas deben ser realizadas durante la sesión
y otras en el intervalo entre ellas, ampliando el proceso terapéutico
mas allá de la sesión. Las tareas no sólo son útiles para un fin
terapéutico, sino también para obtener mas información
sobre las interacciones familiares.
Se Pueden prescribir las
reglas o el síntoma (tareas
paradojales); utilizar una imagen (tarea metafórica) o
tocar específicamente las
estructuras o patrones interacciónales
de la familia.
UNA
MUESTRA DE LEALTAD:
Aquí
les presentaré un caso que ilustrará mejor lo antes mencionado y, además
también nos permitirá comprender el
rol de la lealtad en las interacciones entre
padres e hijos. Al Departamento nos llego hace algunos años un joven de 10 años
de edad por bajo rendimiento escolar, además
de irritabilidad y problemas de conducta. La evaluación individual del
joven, al que llamaremos Roberto, no nos sorprendió cuando señaló que
tenia una depresión de fondo; frente a la pregunta ¿Quién más en la casa esta triste? tampoco sorprendió que
Roberto señalara a la madre, puesto que ya desde el inicio le notamos
un aspecto adusto y un luto riguroso en su vestir. Posteriormente nos
explicó el porqué de su luto y de su tristeza.
Eran
épocas cercanas al periodo sombrío del
terrorismo en nuestro país y el padre de Roberto era un emprendedor
chofer de camión de 40 años que realizaba viajes interprovinciales a la
sierra central de nuestro país. Como un producto de este trabajo
pudo construir una vivienda humilde, pero de material noble, para su
familia, con un ambiente pequeño que posteriormente la madre acondicionó como
una tienda pequeña de abarrotes,
la cual en la actualidad provee el sustento a la familia. Sin embargo, esto no
fue lo único que este buen padre dio a su familia. Descrito con un carácter
jovial y afectuoso; Roberto todavía recordaba
como, en las noches, su padre junto con su esposa y sus tres hijos, entre
ellos Roberto, veían televisión juntos
y les relataba un sinnúmero de anécdotas sobre sus viajes que fascinaban a
todos; al final, al quedarse dormidos, el padre afectuosamente los acostaba a cada uno en su cama .Era indudablemente la imagen de un
“papá bueno”.
Un día partió en uno de sus tantos viajes a una región de la sierra central conocida como zona subversiva y desapareció dándosele por muerto. Desde esa fecha la madre guarda luto, los objetos en la casa están como el padre los dejó, nadie en la casa habla de él y la familia lo llora, pero cada uno por su lado y en silencio.
Conmovidos
por la historia señalamos que efectivamente
era un papá bueno, que habían recibido muchas cosas de él
y que sería injusto dejarlo en el olvido; en ese sentido (redefinimos)
la tristeza es un “monumento” que le han construido tanto Roberto como la
madre para rendirle un homenaje a este Papá Bueno y decirles a todos que no lo han olvidado.
Manteniéndonos en el mismo sentido, agregamos que sería conveniente, como un
homenaje más, que Roberto con el apoyo de la madre organizara
una misa a la memoria del padre desaparecido; además la madre debía
confeccionar un álbum con las fotos del padre y,
durante tres noches por semana, antes de acostarse, debía revisar el álbum
con sus hijos, relatándoles anécdotas
sobre el padre. Luego de un mes la madre cambió la decoración de la
casa y las notas de Roberto comenzaron a mejorar.
Este
es un ejemplo de cómo una TAREA permite que se reestructuren las
interacciones en una familia, aún
cuando ésta no se percate racionalmente de todo el proceso de cambio que se
produce. Esto también nos sirve de preludio para el siguiente aspecto que
trataremos a continuación.
LA
LEALTAD Y LA BALANZA DE JUSTICIA (Ivan Boszormenyi-Nagy, 1973).
El
concepto de lealtad es fundamental para comprender la ética
o sea la estructuración relacional
más profunda de las familias y otros grupos sociales. Los compromisos de
lealtad son como fibras invisibles pero resistentes que mantienen unidos
fragmentos complejos de “conducta” relacional tanto en las familias como en
la sociedad en su conjunto. Es por ello un potente motivador en las
interacciones humanas. La lealtad puede
manifestarse de manera indirecta bajo la forma del síntoma
y, entre ellas, en la forma de depresión.
Nagy
señaló que la lealtad familiar se
basa en la consanguinidad o el parentesco. Es un mecanismo regulador que asegura
la continuidad del grupo, donde la reciprocidad, es una forma de mantener
la justicia en las relaciones (equidad). Toda persona
lleva un registro de méritos, deméritos y deudas acumuladas, lo
que Nagy denominó “Balanza de justicia”, en la que contabiliza su
percepción de los balances del
toma y daca del pasado, presente y futuro. En ésta la simetría y la asimetría
de la relación determinan las
condiciones en las cuales los individuos pueden
dar y recibir.
En
este sentido, los niños se ubican
en una posición crucial en donde
esperan recibir para poder dar, pudiendo producirse una perturbación, vivida
como malestar o resentimiento, si el apoyo recibido es escaso o de mala calidad.
Este desequilibrio los podría llevar a conductas que buscarían una
compensación por lo que no se
recibió. Así, por ejemplo, no es extraño encontrar en los niños con historia
de carencia afectiva, síntomas como
coger dinero, destrucción de la propiedad ajena, negarse a estudiar, etc.
Otras
situaciones son aquellos aspectos
de las relaciones que tienden a mantener al niño cautivo en medio del
desequilibrio relacional, y suelen convertirse en formas de explotación sin que
haya ninguna intención personal de
obtener provecho injusto de parte de nadie. En este sentido tienen una deuda de
lealtad compartida para con los principios y definiciones simbólicas del grupo.
La base biológica existencial de la lealtad familiar consiste en los vínculos
de consanguinidad y matrimoniales. Tanto en las familias
como en otros grupos, el compromiso de lealtad fundamental hace
referencia al mantenimiento del grupo mismo. Por
ello los síntomas que presentan muchos niños
pueden ser expresiones de lealtad que
mantienen la cohesión de la familia.
En
el caso de Roberto que presentamos en este trabajo, la hipótesis con
la cual trabajamos –la tristeza
como expresión de lealtad hacia un “Papá Bueno” del que se “recibió
mucho” –nos permitió
plantear un nuevo contexto relacional
para que la familia desarrolle una alternativa más saludable de expresión
de su lealtad que los lleve a un equilibrio más funcional.
Finalizaremos
esta parte afirmando que la Terapia
Contextual, tal como Nagy denominó a este modelo de comprensión de las
interacciones humanas, considera la justicia
como un desafío perpetuo a los balances de equidad existentes
LA
TERAPIA COMO CAMINO HACIA EL CRECIMIENTO INDIVIDUAL Y FAMILIAR.
Iniciamos
el presente trabajo con un poema de Amado Nervo, y terminaremos estas
reflexiones reflexión con otra creación del mismo autor:
¡Oh
Dolor, buen amigo, buen maestro de escuela, gran artífice de almas,
incomparable
espuela para el corcel rebelde…hiere, hiere hasta el fin.
¡A
ver si de ese modo ,con un poco de lodo,
forjas
un serafín¡
Amado
Nervo
Queremos
aquí señalar que la Psicoterapia
es un camino difícil y duro en el cual hay que invertir tiempo, esfuerzo,
recursos y sentimientos para llegar
a la cura como producto de un trabajo entre la familia y el terapeuta.
El
sufrimiento, en este caso la tristeza, es un fenómeno a partir del cual se
puede crecer. No podemos evitar que
nuestros pacientes y sus familias sufran, del mismo que
tampoco podemos impedir que nuestras personas mas allegadas y queridas lo
vivan. Pero, como terapeutas, sí podemos convertirnos
en catalizadores para que de esa experiencia sufriente surja un mayor desarrollo personal de
los niños que acuden a consulta y
el aprendizaje de interacciones más
funcionales en sus familias. En esta experiencia el terapeuta debe implicarse
con toda su humanidad. C. Whitaker (1982) definía al terapeuta
como “un paciente perpetuo”, acompañando a cada familia en un viaje
simbólico donde la experiencia
afectiva es igualmente
compartida. El objetivo de la terapia es proporcionar a la familia
una experiencia enriquecedora, tanto para la familia como para el
terapeuta, que rompa el bloqueo que produce el dolor y el
miedo al sufrimiento en la
creatividad y los recursos familiares.
En este sentido, los niños pueden convertirse en importantes coterapeutas, pues descubren las angustias y los deseos escondidos de sus padres y los proyectan en sus vidas. Por ello es importante que el terapeuta abra nuevos espacios de dialogo y de interacción para redefinir el contenido de las relaciones padres-hijos. En este objetivo el niño nos muestra la entrada por el síntoma, nos da su creatividad y la fuerza de su sentimiento, de su tristeza, para enriquecer nuestro trabajo terapéutico y nuestra experiencia de vida.
REFERENCIAS
Amado
Nervo (1971). Primavera y Flor de su lirica. Madrid: Ed. Aguilar.
Andolfi,
M. (1989). Tiempo y Mito en la Psicoterapia Familiar . Buenos Aires :
Ed Paidos.
Andolfi,
M. (1979). La thérapie avec
la famille. Paris: Ed. ESF.
Bowlby,
J. (1998). El Apego.
Barcelona: Ed. Paidos.
Boszormenyi-Nagy,
I. (1983). Lealtades Invisibles.
Buenos Aires: Ed. Amorrortu.
Kaplan
(1995).Tratado de Psiquiatria, Vol. 4. Psiquiatria Infantil, Capitulo 44,
Trastorno del Estado de Animo y
suicidio. Buenos Aires: Ed. Inter Médica.
Madanes,
C. (1984).Terapia Familiar
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Miermont,
J. (1987) Dictionnaire des Thérapies Familiales . Paris: Ed. Payot.
Linares,
J. L. (2000). Tras la honorable fachada. Los trastornos depresivos
desde una Perspectiva relacional. Barcelona:Ed. Paidos.
Tilmans,
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Tilmans,
E. (1981).La Création de l’espace Thérapeutique
lors de l´analyse de la demande. Thérapie Familiale, Genève.
Vol. 8-N*3, p 229-246.
Whitaker
(1982). De la Psique al sistema; jalones en
la evolución de una terapia: Escritos compilados por Jhon R.Neill y David
P. Kniskern .Buenos Aires: Ed. Amorrortu.
[1] Psiquiatra, Jefe del Departamento de Salud Mental del Niño, Adolescente y Familia- HOSPITAL HERMILIO VALDIZAN.